¿Por qué los aviones no vuelan en línea recta?

Descubrí por qué los aviones toman rutas curvas: forma de la Tierra, vientos y espacios aéreos influyen más de lo que imaginás.

¿Por qué los aviones no vuelan en línea recta? El secreto detrás de las rutas aéreas que no esperabas

Si alguna vez abriste un mapa de vuelos y te agarró un poquito de confusión, no estás solo. Es totalmente lógico que mires un mundo redondo, ubiques dos ciudades (por ejemplo, Madrid y Tokio) y pienses: “Ey, ¿por qué esta línea de vuelo sube tanto hacia el Ártico en lugar de ir en línea recta?”. Tiene todo el sentido preguntárselo, porque por tierra solemos pensar en trayectos directos. Pero cuando hablamos de por qué los aviones no vuelan en línea recta, hay varias razones fascinantes que entran en juego.

La Tierra no es un plano: bienvenidos al club de la geometría esférica

Primero lo primero: el planeta Tierra no es plano (aunque aún existan clubes algo… creativos que digan lo contrario). Es una esfera —bueno, más exactamente un esferoide oblato, pero no nos vamos a poner exquisitos— y eso cambia completamente cómo se mide la distancia más corta entre dos puntos.

Cuando trazás una línea recta en un mapa plano (como el clásico Mercator), lo que ves como una excursión extraña por Groenlandia es, en realidad, la forma más corta de llegar de un punto A a un punto B sobre una esfera. Esa línea se llama gran círculo. Y es la favorita de los aviones.

Por ejemplo, si vas de Nueva York a Tokio, lo más corto no es cruzar todo el Pacífico. Es subir por cerca del Polo Norte y bajar después. Suena ilógico, pero es pura matemática esférica.

Lo que el viento se lleva (o trae): el papel de las corrientes en los cielos

Además de la forma del planeta, hay otro actor fundamental que determina por qué los aviones no vuelan en línea recta: los vientos.

En las capas altas de la atmósfera circulan lo que se llama corrientes en chorro (o jet streams, si te gusta el inglés técnico). Son verdaderas autopistas de aire, con vientos que pueden ir a más de 300 km/h. Entonces, si sos un piloto, querés aprovechar esos vientos a favor para ahorrar combustible y tiempo. Pero si te vienen de frente… es exactamente lo que querés evitar.

Por eso, la ruta de ida entre dos ciudades puede ser muy distinta a la de vuelta. Es como si fueras en bicicleta con viento de cola… y después te tocara volver contra el viento. Cansa más, sí, pero en aviación es además caro. Así que las aerolíneas planifican según la dirección y fuerza de estos vientos.

Ejemplo real: los vuelos de Europa a Estados Unidos a menudo tardan menos que los de regreso. Todo gracias a una amable ayudita del jet stream del oeste que empuja fuerte hacia el este.

Factores humanos: espacio aéreo, política y seguridad

Más allá de la física y la meteorología, hay factores humanos que influyen en por qué los aviones no vuelan en línea recta. A veces, simplemente no se puede pasar por algunos lugares.

Zonas restringidas y conflictos militares

Hay países que limitan, restringen o directamente prohíben el tránsito de aviones comerciales. Por razones políticas o de seguridad, varias regiones del mundo son “no-fly zones”. Por ejemplo:

  • Corea del Norte tiene un espacio aéreo extremadamente cerrado.
  • En zonas de conflicto armado, como partes de Siria o Ucrania, los vuelos comerciales evitan pasar por razones obvias.
  • Incluso áreas cercanas a bases militares de alto nivel —como la famosa Área 51— están completamente cerradas al tráfico aéreo civil.

Espacio aéreo congestionado y rutas optimizadas

En el cielo, no hay semáforos ni calles… pero sí hay carriles. Literalmente. Existen rutas aéreas establecidas por las autoridades aeronáuticas internacionales, y los aviones deben seguirlas. Es como una red vial en las alturas, diseñada para evitar colisiones y mantener orden.

A veces eso significa hacer un pequeño desvío para no saturar ciertas rutas o para escalonar aviones que van en la misma dirección pero a distintas alturas.

¿Por qué parece que hacen tanto desvío en los mapas?

Otro fenómeno curioso es que los mapas no nos están ayudando mucho con la percepción de las distancias. La mayoría de los mapas que usamos, como el de Mercator, no respetan fielmente las proporciones reales de la Tierra. De hecho, distorsionan las escalas, especialmente cerca de los polos.

Entonces, una ruta aérea que sigue un gran círculo puede parecer un gran desvío, pero en realidad es el camino más corto. Google Earth o los globos terráqueos (virtuales o no) son más útiles para ver esas trayectorias con precisión.

Entonces… ¿cuánto cambia la distancia?

Mucho.

Vamos con algunos ejemplos concretos. Un vuelo directo de Londres a San Francisco que siguiera una “línea recta” en un mapa plano mediría unos 9.000 km. Pero por la ruta de gran círculo —la que realmente toma el avión— es de unos 8.600 km. Nada mal, ¿no?

Además, si el vuelo aprovecha un buen viento de cola y evita zonas congestionadas, puede ahorrar cientos de kilómetros y varios litros de combustible. Para una aerolínea, eso significa menos gastos. Para vos, menos horas en el asiento de avión con las piernas apretadas.

Bonus: gracias a estas rutas, hay vuelos que llegan incluso antes de lo programado. En 2020, un avión de British Airways voló de Nueva York a Londres en solo 4 horas y 56 minutos por un uso inteligente del viento a favor en el Atlántico Norte. Una especie de “Jetstream Express”.

Lo que parece un zigzag en el aire tiene mucho sentido cuando lo ves con ojo matemático, climático y geopolítico. El cielo, como la vida, rara vez es una línea recta.