¿Cuántas palabras puede aprender un perro? Lo que dice la ciencia (¡y los dueños de mascotas curiosos!)
¿Alguna vez le hablaste a tu perro durante varios minutos solo para darte cuenta de que te mira con cara de “ok pero… ¿cuándo llega la galletita?” Bueno, puede que entienda más de lo que pensás. No, tu perro no puede leer esta nota (por ahora), pero sí puede aprender muchas más palabras de las que imaginás. Literalmente cientos.
Y no lo decimos solo porque nos encanta hablar con nuestras mascotas como si fueran gente. Lo dicen los científicos, y también lo confirma esa comunidad gigante de humanos que vive intentando descifrar qué entiende exactamente su mejor amigo peludo.
¿Qué dice la ciencia sobre el vocabulario canino?
Los estudios sobre cuánto puede entender un perro no son nuevos, pero en las últimas décadas se volvieron más sistemáticos. Uno de los casos más famosos es el de Chaser, una border collie que aprendió más de 1000 palabras. Sí, mil. Su entrenadora, una psicóloga estadounidense llamada Dr. John W. Pilley, dedicó años a comprobarlo. Chaser no solo reconocía los nombres de sus juguetes, sino que también podía entender comandos como “tira”, “trae” o “toca con la nariz”.
Según el propio Dr. Pilley, Chaser no tenía una inteligencia mágica. Lo que hizo la diferencia fue el tiempo, la paciencia y una estrategia clara: repetir, jugar y asociar. Todo como si fuera un juego. No hay varita mágica, pero sí un cerebro superconectado a su humano.
Los perros promedio también entienden más de lo que creemos
El caso de Chaser es extremo, claro. No todos tenemos tiempo para enseñar mil palabras. Pero incluso en perros sin ningún entrenamiento especial, los expertos estiman que un perro promedio puede entender entre 80 y 200 palabras. ¿Cómo es esto posible?
El secreto está en lo que los científicos llaman “discriminación auditive-verbal”. Los perros, como los bebés humanos, aprenden por repetición y contexto. Si cada vez que decís “paseo” agarrás la correa, es natural que tu perro relacione esa palabra con salir. Lo mismo con “comida”, “afuera” o “baño” (probablemente su menos favorita).
No es solo el qué, también el cómo: tono y expresión facial
Aunque se ha demostrado que los perros pueden reconocer palabras, también se guían muchísimo por el tono de voz y los gestos. Esto puede hacer que parezca que entienden más (o menos) de lo que realmente han aprendido verbalmente.
Probá esto: decile “vamos al veterinario” con voz alegre y mirá cómo mueve la cola. Ahora decile “vamos a pasear” con cara seria y tono neutral… probablemente no salte de felicidad.
Un estudio publicado en la revista Science en 2016 demostró que los perros procesan el habla en ambos hemisferios del cerebro, al igual que los humanos. Usan un hemisferio para reconocer palabras, y el otro para interpretar el tono emocional. O sea, no los engañás tan fácil.
¿Cómo podés enseñarle palabras nuevas a tu perro?
Antes de arrancar con un diccionario entero, es importante tener claras algunas prácticas para que tu mascota aprenda de forma divertida y sin frustraciones:
- Asociación positiva: Usá premios, juegos y caricias para reforzar el aprendizaje.
- Repetición: La constancia es clave. Cuanto más uses una palabra en un contexto claro y coherente, más fácil la va a entender.
- Evitar confusiones: No uses la misma palabra para cosas distintas. Si “afuera” a veces es salir al parque y a veces es ir al balcón… va a haber conflicto de interpretación.
- Una palabra, un comando: Usá palabras únicas para cosas específicas. Por ejemplo, “comida” para cuándo va a comer, en lugar de decirle “¿querés tu almuerzo lleno de croquetas?” (que probablemente entienda solo como “bla bla bla… croquetas!”)
Además de las palabras prácticas del día a día, muchos dueños les enseñan nombres de juguetes, miembros de la familia, o incluso conceptos como “izquierda” y “derecha”. No es raro ver entrenadores que trabajan con palabras en inglés para no confundirlas con las del uso cotidiano.
Juegos para expandir su vocabulario
Algunas ideas para practicar con tu perro sin que parezca una clase aburrida:
- Búsqueda del tesoro: Decile que busque su “pelota”, “huesito” o cualquier juguete por nombre. Esconde varios y cambiá las instrucciones.
- Fotos de familia: Mostrale fotos o nombrá personas. Un perro bien entrenado puede ir a buscar a “papá” o “Juan” solo con la orden.
- Identidad de objetos: Enseñale la diferencia entre “peluche”, “cuerda” o “botella”. Puede parecer mucho, pero ellos lo disfrutan como un juego más.
Entonces… ¿hay un límite para lo que pueden aprender?
En realidad, ningún estudio ha establecido un límite absoluto. Lo que sí se sabe es que los perros tienen memoria asociativa muy poderosa, pero no exactamente un lenguaje como el humano. No arman frases ni entienden los tiempos verbales, pero pueden reconocer palabras como si fueran etiquetas. Para ellos, “casa” no es un concepto abstracto: es ese lugar que huele a vos y a comida rica.
Y si bien hay razas más predispuestas al aprendizaje verbal —como el border collie, el pastor alemán o el labrador—, todos los perros pueden aprender mucho si se usa motivación y paciencia.
Así que si alguna vez sentiste que tu perro entendió algo más profundo porque levantó una oreja justo cuando dijiste “salida al parque más tarde si no llueve”, tal vez no fuiste vos. Tal vez simplemente está más atento (y más entrenado) de lo que pensás.
Después de todo, convivimos con ellos hace miles de años. Y si nos miran con tanto amor cada vez que abrimos la boca, ¿por qué no asumir que un buen porcentaje de eso lo tienen bien registrado?