¿Por qué se te duerme una pierna? La ciencia lo explica

Descubrí qué causa el adormecimiento en piernas y brazos. Spoiler: no es la circulación, es culpa de los nervios. Te contamos todo sobre la parestesia.

¿Qué está pasando cuando se te “duerme” una pierna? Spoiler: no es magia, es ciencia

Estás sentado viendo tu serie favorita, cruzás las piernas, y de repente sentís un cosquilleo raro. Como si te pinchara un mini ejército de alfileres. Intentás pararte y una pierna directamente no responde. Te reís un poco, te quejás, y decís: “se me durmió”. Pero, ¿alguna vez te pusiste a pensar qué significa realmente que una extremidad se “duerma”?

Lo que parece un fenómeno cotidiano y sin importancia en realidad tiene toda una explicación neurológica y circulatoria detrás. Y spoiler: no tiene nada que ver con que te estés quedando sin sangre o que te esté por dar un ACV, como algunos creen. Vamos a desmitificarlo todo.

¿Por qué se nos duermen las extremidades?

La sensación de que se te “duerme” una parte del cuerpo es técnicamente conocida como parestesia. Es un término médico que describe esa sensación de hormigueo, adormecimiento, cosquilleo o electricidad en la piel. Pero tranquilos que no es un problema grave si pasa de vez en cuando.

Todo empieza con los nervios periféricos, que son los que se encargan de llevar información entre el cerebro y el resto del cuerpo. Cuando una extremidad queda presionada por mucho tiempo —como cuando cruzás las piernas o te quedás dormido sobre un brazo—, esa presión interfiere con la conducción normal de los nervios.

En otras palabras: los nervios están tratando de enviar señales pero no pueden hacerlo con claridad. Como si se formara un atasco en la autopista de la información. Entonces, el cerebro empieza a recibir señales medio confusas, y por eso sentís ese famoso “cosquilleo” o directamente nada por un rato.

¿Y qué pasa con la circulación?

Mucha gente cree que se nos duermen las extremidades porque “se corta la circulación”. Y si bien es cierto que la compresión también puede afectar el flujo sanguíneo, lo más determinante en este caso son los nervios, no la sangre.

Claro que si una parte del cuerpo no recibe suficiente oxígeno por mucho tiempo, sí puede haber consecuencias. Pero para que eso pase, la presión tendría que ser extrema y sostenida durante mucho tiempo. Nada que ver con una siestita de oficina mal dormida sobre el escritorio.

Tipos de parestesia: no todas son iguales

Hay dos grandes tipos de parestesia: transitoria y crónica. Acá te explicamos la diferencia para que no te asustes de más (ni de menos).

Parestesia transitoria

  • Es la más común.
  • Suele durar unos segundos o minutos.
  • Se da por posturas mantenidas que comprimen nervios.
  • Se resuelve sola cuando cambiás de posición o te “sacudís” la extremidad.

Es la típica de “me quedé dormido sobre el brazo”, “me aplasté el pie sentado raro en el sillón” o “me crucé de piernas en la reunión y me olvidé de moverme”. Es molesta, pero inofensiva.

Parestesia crónica

  • Es persistente o recurrente.
  • Puede venir acompañada de debilidad o dolor.
  • Puede estar relacionada con enfermedades como la esclerosis múltiple, la diabetes o trastornos nerviosos.

Si sentís cosquilleos o adormecimiento sin causa aparente, o si te dura demasiado tiempo, lo ideal es consultar con un médico. En esos casos, el “se me durmió” deja de ser una anécdota y puede ser una señal de alerta.

¿Qué hacer cuando se te duerme una extremidad?

Si te pasa de vez en cuando, no hay por qué preocuparse. Pero si querés aliviar esa sensación lo antes posible, acá van algunos tips para que el cosquilleo pase más rápido:

  • Mover la extremidad: sacudila suavemente, estirala o flexionala. El movimiento activa la comunicación normal de los nervios.
  • Cambiar de posición: aliviá la presión que está generando el adormecimiento.
  • Masaje suave: puede ayudar a que la sensación se vaya acelerando.
  • Evitar repetir posturas: si sabés que cierta forma de sentarte te duerme las piernas, intentá cambiarla antes de que pase.

¿Y si me pasa todo el tiempo?

Ahí sí conviene prestar atención. El adormecimiento frecuente podría indicar problemas con los nervios, la columna o incluso el sistema circulatorio. Por ejemplo, personas con diabetes suelen sufrir daño en los nervios periféricos, lo cual genera parestesias más serias.

También puede estar asociado a deficiencia de vitaminas, especialmente la B12, o al síndrome del túnel carpiano si hablamos de manos. En cualquier caso: si es persistente o incómodo, lo mejor es consultar profesionalmente.

¿La edad influye en que se nos duerman más las extremidades?

La verdad es que sí. A medida que envejecemos, la probabilidad de experimentar parestesia aumenta un poco. Esto es porque nuestros nervios y rutas de comunicación van sufriendo cierto desgaste natural con el tiempo, y también porque tendemos a adoptar posturas menos movidas durante el día (gracias home office).

Además, algunos adultos entre 30 y 40 años ya pueden empezar a notar los efectos de pequeños problemas de columna, nervios atrapados o hernias discales leves, que también generan adormecimientos más frecuentes en brazos o piernas.

Todo esto no significa que tengas algo grave, solo que conviene prestar atención a los patrones y a tu postura en general.

Lo bueno: si prestás atención a cómo te sentás, te movés y qué costumbres tenés (como quedarte con las piernas cruzadas una hora entera), podés reducir muchísimo estas situaciones.

La próxima vez que se te duerma una pierna en una cena con amigos o un dedo durante un maratón de series, ya sabés qué está pasando: no es que “te estás oxidando”, ni que tu cuerpo te odia —solo estás comprimiendo los cables del sistema por más tiempo del que deberías. Dale un respiro a tus nervios y todo volverá a la normalidad.