¿De verdad usamos menos papel gracias a internet? Spoiler: no es tan simple
Desde que el mundo se volvió digital, hemos escuchado mil veces que “ya casi no se usa papel” y que “salvamos árboles gracias a la tecnología”. Suena bien, suena lógico… ¿pero es realmente así? ¿La digitalización de la información ha ayudado de verdad a reducir la tala de árboles o es una verdad a medias que repetimos sin pensar mucho?
La idea de que tener todo en la nube o en PDF reduce drásticamente el uso de papel es muy atractiva. Pero cuando miramos un poco más de cerca, el panorama se complica. Porque, aunque sí hay avances enormes, también hay contradicciones que vale la pena explorar.
El lado optimista: sí, usamos menos papel en ciertas áreas
No se puede negar que Internet y la digitalización han transformado muchísimos procesos donde antes el papel era protagonista. Desde los trámites bancarios hasta la lectura de noticias, un montón de situaciones cotidianas hoy ocurren sin necesidad de imprimir nada.
Ejemplos que lo demuestran
- Bancos: estados de cuenta, contratos y transferencias se gestionan online. Muchas personas ya ni saben qué es una chequera.
- Educación: plataformas como Moodle, Google Classroom o incluso simples PDFs de apuntes reducen el uso de fotocopias y libros impresos.
- Comunicación interna: el clásico memorando en papel es cosa del pasado en la mayoría de las oficinas. Ahora todo va por email o apps como Slack.
Según datos de la Environmental Paper Network, el consumo de papel para impresión en oficinas ha disminuido en muchos países desde mediados de los 2000. En Estados Unidos, por ejemplo, el uso de papel para impresoras se redujo cerca de un 30 % entre 2000 y 2020.
Además, muchas empresas promueven políticas de “oficina sin papel” o “paperless”, que ayudan no solo a ahorrar árboles, sino también dinero en materiales, almacenamiento y logística.
El lado no tan verde: seguimos usando papel (y bastante)
El problema es que la digitalización no ha eliminado el papel: solo lo ha redirigido. Si bien ya no imprimimos el mapa para salir a la ruta, compramos más cajas de cartón que nunca gracias al boom del comercio online. Y eso también es papel, aunque venga disfrazado de “avance digital”.
¿Dónde sigue creciendo el consumo de papel?
- Compras online: cada pedido de e-commerce viene con su cajita, envoltorio, etiquetas y rellenos. Todo eso suma toneladas de papel al año.
- Envases y packaging: aunque algunos sustituyen el plástico por papeles reciclados, el volumen general de empaques ha crecido con el consumo global.
- Publicidad impresa: aunque en menor medida, millones de volantes y catálogos siguen repartiéndose cada año, sobre todo en algunos rubros como supermercados o bienes raíces. Aunque se digitalizan, muchos mantienen las campañas físicas.
De hecho, según la FAO, la producción mundial de papel y cartón ha seguido creciendo en las últimas décadas, impulsada sobre todo por la demanda de packaging. En 2021, se produjeron más de 400 millones de toneladas de papel en el mundo. Y más del 50 % se destinó al empaquetado.
¿Y qué pasa con la tala de árboles? ¿Se ha reducido?
Aquí va el dato que sorprende: una disminución en el uso de cierto tipo de papel no se traduce automáticamente en menos árboles talados. ¿Por qué? Porque la cadena de producción de papel es solo una parte del gran (y complicado) sistema de deforestación global.
Dos cosas importantes que a veces olvidamos
- No todo el papel viene de bosques naturales: gran parte del papel proviene de plantaciones forestales diseñadas justamente para eso. Es decir, árboles plantados para ser talados. Esto no significa que no haya impacto ambiental, pero sí cambia un poco la idea romántica de que cada hoja impresa representa un árbol salvaje perdido.
- La mayor causa de deforestación no es para papel: la agricultura y la ganadería son responsables de más del 70 % de la deforestación en América Latina. Así que no, el PDF que no imprimiste no iba a salvar el Amazonas… pero ayuda.
Ahora bien, eso no significa que imprimir por gusto no tenga un impacto. Toda acción cuenta. Y por eso, el cambio de hábito colectivo hacia lo digital sí tiene importancia, aunque no sea una fórmula mágica.
Entonces, ¿estamos salvando árboles o no?
La digitalización de la información ha ayudado, sin dudas, a reducir el uso innecesario de papel en muchas áreas clave. Ya no vivimos rodeados de carpetas, resúmenes impresos y facturas en cada repisa. Pero eso no significa que el papel haya quedado atrás ni que la tala de árboles se haya detenido mágicamente.
En realidad, lo que hicimos fue redistribuir el consumo: usamos menos papel en algunos aspectos, pero mucho más en otros. Y, además, los problemas ambientales derivados de la deforestación tienen muchas causas, no solo las hojas A4.
Al final del día, lo digital tiene ventajas ecológicas, pero no es una solución total. La clave está en no “romantizar” la nube como si no contaminara ni usara energía. Y también, en pensar que cada decisión —sea imprimir un mail o aceptar el ticket digital del súper— forma parte de una cadena. Pequeña, sí, pero colectiva. Porque al final, los árboles no se salvan por accidente.