¿Qué significa realmente que algo sea biodegradable?

Aunque veas 'biodegradable' en todos lados, no siempre significa lo que creés. ¿Es lo mismo que compostable? ¿Se degrada rápido? Spoiler: no siempre.

¿Biodegradable? La palabra que ves en todas partes, pero pocos saben qué significa realmente

Vas al súper, agarrás una bolsa con el símbolo verde que dice “biodegradable” y te sentís bien. Lo mismo con esa vajilla descartable para el picnic del finde. Pero… ¿sabés realmente qué significa que algo sea biodegradable? ¿Es lo mismo que ecológico? ¿Se descompone en minutos? Spoiler: no siempre.

En este post te cuento lo que deberías saber sobre la palabra estrella del marketing “verde”, con ejemplos concretos, verdades poco conocidas y datos curiosos. Porque entender qué significa que algo sea biodegradable puede cambiar la forma en que ves muchas cosas de tu día a día.

¿Qué significa que algo sea biodegradable?

Vamos al grano: un material biodegradable es aquel que puede descomponerse de forma natural por la acción de microorganismos como bacterias, hongos y algas. Esto significa que con el tiempo (y bajo ciertas condiciones) ese objeto o sustancia se transforma en elementos simples como dióxido de carbono, agua y biomasa.

Pero hay un montón de confusiones. Por ejemplo:

  • No todo lo que es biodegradable desaparece “rápido”. Puede tardar semanas, meses o incluso años.
  • No todo lo biodegradable es inocuo para el ambiente. Algunos materiales sueltan toxinas al descomponerse.
  • Decir “biodegradable” no dice dónde ni cómo se descompone (y ese detalle importa mucho).
  • Por ejemplo, una bolsa “biodegradable” hecha de ciertos plásticos puede tardar 3 años en desaparecer… y solo si está expuesta a luz, oxígeno y calor. O sea, no sirve si termina enterrada en un basural o flotando en un río.

    En cambio, una cáscara de banana tarda unos días o semanas en degradarse completamente en compost, porque es un material 100% orgánico y natural.

    Biodegradable no siempre es sinónimo de compostable

    Otra confusión común: usar “biodegradable” y “compostable” como si fueran lo mismo. Y no, no lo son.

    ¿Qué es algo compostable?

    Un material compostable se biodegrada, sí, pero además lo hace en un tiempo corto y de forma segura –sin dejar residuos tóxicos– en un entorno de compostaje (hogareño o industrial).

    Por ejemplo, los vasos de papel con recubrimiento vegetal pueden ser compostables, pero necesitan ciertas condiciones específicas de humedad y temperatura, difíciles de conseguir en una pila de compost casera.

    En muchos países, para que un producto se etiquete como “compostable”, tiene que cumplir ciertas normas, como la EN 13432 en Europa o la ASTM D6400 en Estados Unidos. Pero para decir “biodegradable”… no siempre hay tanta regulación.

    Ejemplo práctico:

    • Un tenedor de plástico PLA de maíz puede ser biodegradable pero no compostable en casa.
    • Un filtro de café de papel marrón sí es biodegradable y compostable en entornos domésticos.

    La próxima vez que veas la etiqueta “eco”, vale la pena hacer una pausa y pensar: ¿entendés realmente qué tipo de reciclaje o descomposición necesita ese producto?

    ¿Todo lo orgánico es biodegradable?

    Otra creencia popular: si algo es “natural” u “orgánico”, se va a biodegradar sí o sí. Bueno… más o menos. Todo lo orgánico eventualmente se descompone, pero no siempre en tiempos razonables ni de manera inocua.

    Algunos ejemplos para entenderlo mejor:

    • Una cáscara de naranja: biodegrada en unas 2 a 4 semanas (en condiciones ideales).
    • Una colilla de cigarrillo (hecha de celulosa): puede tardar más de 10 años en degradarse completamente.
    • Madera tratada: contiene químicos que pueden afectar el suelo y su descomposición natural se frena.

    O sea, biodegradable no significa “desaparece mágicamente”. Tampoco quiere decir que sea seguro para el ambiente. Intervienen variables como la humedad, temperatura, presencia de oxígeno y los microorganismos del entorno donde cae ese objeto.

    ¿Y qué pasa con los llamados “bioplásticos”?

    Ahí hay otro tema caliente. En los últimos años surgieron los bioplásticos, que se fabrican a partir de fuentes naturales como maíz, papa o caña de azúcar. Algunos son biodegradables, aunque otros no lo son. O directamente se comportan igual que el plástico convencional si terminan en un vertedero.

    Hay dos grandes tipos:

    • Bioplásticos compostables: como el PLA (ácido poliláctico), que bajo condiciones industriales se descomponen en 2-3 meses. Pero en un basural, pueden durar años.
    • Bioplásticos no compostables: algunos se comportan como plásticos convencionales, solo que su origen vegetal hace que tengan menor huella de carbono en su producción.

    Así que cuando ves una bandeja de comida que dice “hecho con materiales vegetales”, no te confíes. Fijate si especifica si es compostable y, mejor aún, si indica en qué condiciones.

    Y un dato curioso: en algunos países, como Alemania o Francia, ya hay regulaciones que prohíben usar la palabra “biodegradable” en el envase sin estudios que lo prueben bajo condiciones específicas. En otros lados, eso todavía es “tierra de nadie”.

    Lo importante es no dejarse llevar por una etiqueta sin hacer una pausa crítica.

    Así que la próxima vez que una etiqueta te prometa el cielo ecológico, acordate de esto: “biodegradable” es un término amplio, pero no lo dice todo. Lo esencial es prestar atención a cómo, dónde y en cuánto tiempo ese objeto realmente se descompone.

    Porque si ese vaso “eco” igual termina en el fondo del mar durante décadas, entonces no importa que le hayan puesto una hoja verde en el envase. ¿No?