Alergia al frío: síntomas, causas y cómo manejarla

La alergia al frío es real y más común de lo que pensás. Conocé sus causas, síntomas y tratamientos para saber si podés estar experimentándola.

¿Alergia al frío? Sí, existe, y no estás exagerando

Si alguna vez saliste a la calle en invierno y notaste que tu piel se llenó de ronchas, empezaste a estornudar como si fuera primavera o tus labios se hincharon sin razón aparente, puede que no estés siendo “friolento” simplemente. Existe algo llamado alergia al frío, y aunque suena como una excusa para evitar salir en invierno, es una condición real, bastante rara… y muy curiosa.

En este artículo vamos a meternos de lleno en qué es esta alergia, por qué algunas personas la sufren y cómo se manifiesta. Spoiler: puede ponerte los pelos de punta. Literal.

¿Qué es exactamente la alergia al frío?

La alergia al frío tiene un nombre científico: urticaria a frigore, y se encuentra dentro del grupo de las urticarias físicas, es decir, aquellas provocadas por estímulos externos como el calor, la presión o, en este caso, las bajas temperaturas.

Quienes la padecen reaccionan cuando su piel entra en contacto con el frío. Y por “reaccionan” no nos referimos a que se quejan del clima: hablamos de ronchas, picazón, inflamación, dolor o incluso síntomas respiratorios.

Aunque se le dice “alergia”, en realidad no se produce por un alérgeno externo como el polen o el polvo, sino por un cambio abrupto de temperatura que activa ciertas células del sistema inmunológico como si hubiera una amenaza real. Estas células liberan histamina —sí, la misma que actúa en una alergia común— y eso desencadena toda la fiesta de síntomas.

¿Por qué algunas personas la tienen?

Lo primero que hay que entender: no es una condición común. Se estima que sólo un 0,05% de la población mundial la padece de forma clínica. Y como suele manifestarse por primera vez entre los 18 y 25 años, muchas personas no la detectan hasta algún evento claro, como sumergirse en agua fría o exponerse al viento helado sin abrigo.

Factores desencadenantes

  • Genética: Aunque no todas las personas con alergia al frío heredan la condición, hay algunos casos familiares, lo que sugiere una predisposición.
  • Infecciones previas: Algunas investigaciones vinculan su aparición con infecciones virales previas. Es como si el sistema inmunológico quedara “molesto” y empezara a reaccionar al frío.
  • Enfermedades autoinmunes: En un pequeño número de casos, la alergia al frío puede ser un síntoma de otra condición más grande, como el lupus o alguna otra enfermedad autoinmune.

No hay una causa universal, y eso es parte de el misterio. Algunos médicos creen que el frío altera las membranas celulares de tal forma que desencadena una falsa alarma en el sistema inmune. Pero eso aún está siendo investigado.

Así se manifiesta: no todo es piel roja

Puede que te estés preguntando si tus labios partidos o tu piel seca después de estar en la nieve son una señal. Bueno… probablemente no. Pero si te aparecen ronchas o urticaria apenas entrás a un lugar frío, ahí sí hablamos de otra cosa.

Te contamos los síntomas comunes:

  • Ronchas rojas y abultadas que pican mucho (similares a las de una reacción alérgica clásica).
  • Hinchazón en manos, pies o labios, especialmente si estuvieron expuestos al aire frío.
  • Dificultad para respirar (en casos más graves; sucede si las vías respiratorias se ven afectadas, como cuando se respira aire helado profundamente).
  • Mareos o desmayos si el cuerpo entra en contacto repentino con frío intenso, por ejemplo, al nadar en agua helada.

Un simple test casero (que no reemplaza a un médico, obvio) es apoyar un cubo de hielo sobre el antebrazo durante unos minutos y ver si se enrojece o inflama de forma más intensa de lo normal. Pero idealmente, si sospechás de este tipo de reacción, acudí a un especialista.

¿Tiene tratamiento la alergia al frío?

La respuesta rápida: no hay una cura definida, pero sí se puede controlar.

Cómo se trata

  • Antihistamínicos: Son los más usados. Su función es bloquear la histamina y evitar que se generen los síntomas.
  • Evitar la exposición intensa: Parece obvio, pero muchas personas con esta alergia solo la descubren después de una experiencia extrema, como saltar al agua fría o esquiar sin guantes.
  • Desensibilización gradual: En algunos casos, el cuerpo puede ir “acostumbrándose” a la exposición controlada y paulatina al frío. Pero esto siempre tiene que hacerse con seguimiento médico.
  • Epinefrina: En casos muy severos, como cuando hay riesgo de shock anafiláctico, se indica que la persona lleve un autoinyector (tipo EpiPen).

También hay quienes dicen que la sensación mejora con la edad, aunque no hay datos duros que lo confirmen. Lo que sí se sabe es que muchas veces desaparece al cabo de unos años sin dejar rastro.

¿Debemos preocuparnos?

Si bien puede sonar alarmante, la realidad es que la alergia al frío está lejos de ser algo común. Y dentro del pequeño porcentaje de personas que la tienen, la mayoría experimenta síntomas leves que se pueden controlar fácilmente.

El dato curioso es que afecta más en climas templados que en los fríos. ¿Por qué? Porque en regiones cálidas, el cuerpo no está acostumbrado a cambios bruscos de temperatura, y eso dispara la reacción más intensamente cuando sí se produce un descenso fuerte.

También hay casos de personas diagnosticadas erróneamente con problemas de piel, ansiedad o incluso alergias alimentarias, cuando en realidad su cuerpo está gritando: “tengo frío, ¡en serio!”.

Así que si alguna vez sentiste que tu cuerpo reacciona como si el invierno fuera tu kriptonita, no estás solo. Tal vez sea hora de ver el frío como algo más que una excusa para quedarse en la cama con frazada y Netflix. Porque sí, algunas personas realmente son alérgicas al frío. Y no, no es todo psicológico.