¿Cuánto tarda en digerirse la comida? Te sorprenderá

Desde la primera mordida hasta la eliminación, conocer el tiempo de digestión es clave para entender nuestro cuerpo y mejorar la salud digestiva.

¿Cuánto tarda en digerirse una comida? El insólito (y sorprendente) viaje de tu almuerzo

Quizás no te lo preguntes cada día, pero seguro alguna vez comiste algo pesado y horas después pensaste: “¿Esto todavía está ahí adentro?”. La digestión es uno de esos procesos que damos por hecho, pero cuando rascás un poco en cómo funciona y cuánto tiempo tarda, descubrís un mundo interno fascinante… y mucho más lento de lo que creías.

Del plato a tu estómago: los primeros minutos del proceso

Todo arranca en la boca —sí, no en el estómago como muchos suponen—. Cuando masticás y mezclás la comida con saliva, ya estás digiriendo. Esa mezcla va bajando por el esófago hasta llegar al estómago, donde empieza lo verdaderamente intenso: los jugos gástricos entran en acción y descomponen proteínas, grasas y carbohidratos.

Este paso puede durar entre 2 y 6 horas, dependiendo de qué comiste:

  • Frutas y verduras: 30 minutos a 2 horas.
  • Pastas, arroz, pan: 2 a 3 horas.
  • Carnes rojas y alimentos grasos: hasta 6 horas o más.

Un ejemplo: si a la noche te comés una hamburguesa con papas fritas, tu estómago va a estar trabajando intensamente hasta bien entrada la madrugada. Por eso, al dormir pesado después de una cena copiosa no es tanto un mito como una consecuencia fisiológica.

Del intestino delgado al colon: donde pasa la mayor parte del tiempo

Después del estómago, la comida ya transformada en una especie de papilla (sí, no es muy glamoroso) pasa al intestino delgado. Este tramo mide entre 6 y 7 metros en un adulto —sí, leíste bien—, y es donde se absorben la mayoría de los nutrientes.

¿Cuánto tarda esta etapa?

En promedio, la comida pasa entre 6 y 8 horas en el intestino delgado. Pero eso puede variar según tu metabolismo, nivel de actividad física y hasta tu nivel de estrés (el sistema digestivo ama la calma, por cierto).

Luego, los residuos viajan al colon, también conocido como intestino grueso. Ahí, lo que queda de la comida puede pasar entre 12 y 48 horas más, mientras el cuerpo absorbe el agua y compacta los desechos. Algunos expertos dicen que todo el proceso completo, desde que masticás hasta que eliminás los restos, puede tardar entre 24 y 72 horas.

Factores que alteran la velocidad de digestión

No todos digerimos igual. Lo que para algunos es pan comido (literalmente), para otros puede ser una odisea gastrointestinal.

1. Tipo de alimento

No todos los alimentos se comportan igual en el sistema digestivo. Las grasas, por ejemplo, ralentizan todo el proceso. Los alimentos ricos en fibra, como frutas, vegetales y granos enteros, en cambio, aceleran el tránsito intestinal.

2. Hidratación

Tomar agua suficiente es clave. Si tu cuerpo está deshidratado, le cuesta más mover los alimentos a través del intestino.

3. Edad

La digestión tiende a lentificarse con los años. Entre los 30 y los 40 ya podés notar que necesitás más tiempo para digerir ciertas comidas que antes devorabas sin problemas.

4. Nivel de actividad física

Moverte ayuda a mover las tripas. No hace falta correr una maratón después de comer, pero una caminata suave puede ser un gran aliado digestivo.

5. Estrés y emociones

El famoso “nudo en el estómago” es real: el sistema digestivo está directamente conectado con el cerebro. Estrés, ansiedad o incluso tristeza pueden entorpecer la digestión.

Y entonces… ¿hay una única respuesta?

Volviendo a la pregunta del millón: ¿cuánto tarda en digerirse una comida? La respuesta corta: entre 24 y 72 horas. Pero la explicación larga es más interesante.

Digamos que desayunás fruta —eso se digiere rápido, en menos de dos horas. Pero si luego almorzás una milanesa con puré y de postre un flan con dulce, esa carga se va a procesar a lo largo de dos o tres días completos. Parte de esa comida va a estar aún en tu intestino dos días después, especialmente si tenés un ritmo digestivo más lento.

Un dato curioso: el tiempo entre que comés algo y lo eliminás se conoce como “tiempo de tránsito intestinal”. Hay un truco casero para medirlo: comé unas cuantas semillas de sésamo (sin masticarlas) y fijate cuándo aparecen en el inodoro. Puede parecer raro, pero es bastante efectivo.

Este viaje invisible que ocurre en nuestro cuerpo tras cada comida es un recordatorio de que no somos tan rápidos por dentro como creemos. Hay todo un sistema minuciosamente orquestado trabajando 24/7 para absorber nutrientes, desechar lo que no sirve y mantenernos en marcha.

Así que la próxima vez que termines de comer y pienses que ya está todo digerido, recordá: esa comida recién está empezando un largo recorrido. Y si sentís pesadez, quizá tu cuerpo solo te esté pidiendo un poco más de paciencia… y menos frituras.