¿Qué tan potente es tu cerebro comparado con una computadora?

El cerebro humano es una maravilla biológica con potencia paralela sorprendente. ¿Cómo se compara con los CPU modernos? Descubrilo en esta nota.

¿Qué tan potente es nuestro cerebro? Si fuera una computadora, ¿qué procesador tendría?

¿Alguna vez te pasó que te olvidás por completo por qué abriste la heladera? ¿O que abrís el buscador para escribir algo y de golpe… nada? Como si el cerebro se te hubiera reiniciado. Si el cerebro humano fuera una computadora, ¿qué tipo de procesador tendría? Porque la verdad, a veces se siente más cerca de una notebook del 2010 que de una supermáquina de la NASA.

Acompañanos en esta comparación curiosa (y reveladora) entre el cerebro humano y los procesadores más conocidos de las computadoras modernas. Spoiler: tu cerebro es una maravilla, pero con algunas características muy específicas.

¿Cuánto poder de procesamiento tiene realmente el cerebro?

Antes de compararlo con Intel, AMD o Apple Silicon, veamos qué tan potente es el cerebro humano en términos técnicos.

El cerebro tiene unos 86.000 millones de neuronas. Cada una de esas neuronas puede estar conectada con hasta 10.000 otras. Eso da como resultado un número ridículamente grande de conexiones: alrededor de un cuatrillón (sí, con Q).

Impresionante, ¿no? Pero traducir eso a velocidad de procesamiento es más difícil. Algunos científicos estiman que el cerebro podría operar a cerca de 1 exaflop, lo que equivale a un trillón de operaciones por segundo. Para ponerlo en perspectiva, las supercomputadoras más poderosas del mundo recién están empezando a alcanzar ese nivel en condiciones ideales.

Entonces, ¿por qué sentimos que tenemos lag mental más seguido de lo que nos gustaría?

Alta potencia, baja velocidad

Mientras que los procesadores como los de una MacBook M2 trabajan en serie, ejecutando tareas una detrás de otra (pero muy, muy rápido), el cerebro trabaja en paralelo. Puede hacer miles de cosas al mismo tiempo: procesar sonido, luz, temperatura, emociones, monitorear tu cuerpo, recordar que tenés que comprar detergente, etc.

Eso sí, ese poder paralelo viene con una trampa: no siempre es rápido. Cada operación neuronal es más lenta que una instrucción de un procesador. Y además, el cerebro prioriza la eficiencia energética y la supervivencia más que la velocidad pura.

¿Qué procesador seríamos si el cerebro pudiera instalarse en una computadora?

Imaginate ir al local de tecnología y que en las especificaciones de la laptop diga: “Procesador: Cerebro Humano v1.0” ¿Qué significaría eso realmente?

Ni Intel Core i9 ni AMD Ryzen… más bien ¡un híbrido!

Si tuviéramos que comparar literalmente, el cerebro es más parecido a un procesador especializado que a uno de propósito general. Por ejemplo:

  • No tiene clock speed fijo: su “frecuencia” varía según el estado (despierto, dormido, estresado, motivado…). No funciona todo el tiempo a la misma velocidad.
  • Consume muy poca energía: Apenas unos 20 vatios para hacer funcionar a todo el sistema. Eso es menos de lo que necesita una bombita LED.
  • Gran capacidad de memoria, pero poco acceso directo: tu cerebro recuerda esa letra de los 90 pero no qué comiste hace dos días.

Quizás lo más parecido serían los procesadores neuromórficos, un tipo de chip experimental que trata de imitar el funcionamiento del cerebro. O incluso… una pavada como esta: si el procesador Intel i9 fuera el velocista, el cerebro humano sería el monje sabio que medita mientras resuelve cubos Rubik con los ojos cerrados. Uno busca velocidad; el otro, eficiencia y adaptación.

¿Por qué sentimos que nuestro cerebro no es tan rápido como quisiéramos?

Vivimos en una época donde la inmediatez manda. Esperar 4 segundos a que cargue un sitio nos parece una eternidad. Pero tu cerebro no fue diseñado para eso, sino para sobrevivir en entornos mucho más hostiles (pensemos en la prehistoria, no en el WiFi del bar de moda).

Factores que afectan el “rendimiento” cerebral

  • Multitarea: El cerebro no está optimizado para hacer varias tareas cognitivamente complejas a la vez. Aunque creamos que sí, en realidad lo que hacemos es cambiar de foco frenéticamente. Eso cansa.
  • Falta de sueño: Dormir mal es como tener apps abiertas en segundo plano todo el tiempo. Ralentiza todo.
  • Estrés crónico: Libera cortisol, que literalmente afecta tu memoria y capacidad de concentración. Es como tener un antivirus pesado corriendo todo el día.
  • Habituación a la estimulación constante: Reels, TikToks, notificaciones. Tu procesador interno está sobrecargado de interrupciones.

Así que no es que tenés un mal “chip”. Es que estamos exigiéndole al cerebro funciones de última generación en un hardware que, si bien es impresionante, fue construido con otros propósitos en mente.

¿La buena noticia? Este “procesador humano” es adaptable. Con descanso, buena alimentación, técnicas de foco y una vida menos saturada de estímulos, puede rendir mucho más. No será un overclocking, pero sí una buena optimización del sistema.

¿Seríamos mejores si tuviéramos un procesador de computadora real?

Puede parecer tentador decir “che, necesitás más RAM” cuando te cuesta seguir una conversación larga. Pero tener un procesador digital en lugar de uno biológico no nos haría mejores necesariamente. Los humanos somos únicos justamente porque nuestro procesamiento incluye emociones, intuición, creatividad e improvisación.

Un CPU puede calcular los diez millones de décimales de pi en pocos minutos. Pero no puede escribir una canción, enamorarse o dudar si lo que dijo en un mensaje se entendió bien. El poder del cerebro no está solo en la velocidad: está en cómo procesa, no solo en cuánto.

Así que la próxima vez que te olvides el nombre del actor de esa serie o sientas que tu cerebro tiene latencia, pensá en esto: estás usando uno de los sistemas más complejos del universo, que evoluciona, se adapta, y aprende sobre la marcha. No es perfecto, pero es increíble. Y como todo buen dispositivo, a veces solo necesita una pausa, un café y cerrar algunas pestañas mentales.