El pozo más profundo que hemos hecho: el insólito viaje al centro de la Tierra que nunca terminó
Una de las cosas más sorprendentes que el ser humano ha intentado hacer —y que poca gente conoce— es excavar hacia las profundidades de la Tierra. ¿Hasta dónde podemos llegar? ¿Qué hay ahí abajo realmente? Spoiler: no vamos ni cerca del núcleo. Pero lo que sí existe es un lugar real, excavado por personas reales, que lleva décadas siendo el punto más profundo jamás alcanzado. Se llama el Pozo Superprofundo de Kola, y su historia es más fascinante de lo que parece.
¿Qué es el Pozo Superprofundo de Kola?
En pleno auge de la Guerra Fría, la Unión Soviética decidió emprender una misión científica ambiciosa: perforar lo más profundo posible en la corteza terrestre. El proyecto comenzó en 1970, en la remota península de Kola, al noroeste de Rusia. Suena a película de ciencia ficción, pero fue totalmente real. La idea no era llegar al centro de la Tierra (eso no es físicamente posible con la tecnología actual), sino estudiar la composición de las capas geológicas.
Durante casi 20 años, los científicos y técnicos soviéticos estuvieron perforando sin parar. El resultado fue un agujero con una profundidad impresionante: 12.262 metros (más de 12 kilómetros hacia abajo). A día de hoy, sigue siendo el pozo más profundo jamás perforado por el ser humano.
Para que tengas una idea del tamaño, el Monte Everest, el punto más alto de la Tierra, tiene 8.848 metros. Es decir: si pusieras el Everest dentro del pozo de Kola, todavía quedarían más de 3.000 metros hasta la superficie.
¿Qué encontraron allá abajo?
Parece una simple excavación, pero este experimento reveló cosas rarísimas, que ni los geólogos esperaban:
- Agua a grandes profundidades: Se encontraron rastros de agua a más de 10.000 metros, donde supuestamente no debería haber, ya que se creía que las altas presiones impedirían su existencia. Esta agua probablemente quedó atrapada entre capas minerales por millones de años.
- Fósiles microscópicos: A más de 6 kilómetros bajo tierra, los investigadores hallaron fósiles de organismos unicelulares de hace más de 2.000 millones de años. Una clase de vida primitiva enterrada y conservada en piedra.
- Temperaturas extremas: Uno de los motivos por los que tuvieron que detener el proyecto fue porque las temperaturas en el fondo superaban los 180 °C. Esto tornaba imposible seguir perforando, ya que las herramientas se deformaban y los instrumentos fallaban constantemente.
Además de los descubrimientos científicos, también hubo rumores (nunca comprobados) sobre sonidos extraños grabados desde el fondo. Como siempre, Internet hizo lo suyo y nacieron leyendas apocalípticas (el infierno, dimensiones paralelas, etc). Pero lo cierto es que el verdadero misterio está en lo que todavía no hemos logrado explorar.
¿Por qué no seguimos perforando?
Muchos se sorprenden cuando se enteran de que este pozo no está activo y que ninguna excavación lo ha superado. El motivo principal: limitaciones físicas y tecnológicas.
Temperatura y presión, el dúo complicado
Como dijimos, a medida que descendían, la temperatura subía brutalmente. Se calcula que por cada kilómetro que bajas, la temperatura aumenta unos 25 a 30 grados centígrados. Así, a 12 km, estaban claramente en una sartén geológica.
Además, la presión de las rocas y gases comprimidos se convierte en un reto imposible. Forzar maquinaria a funcionar en ese ambiente extremo requiere inversiones millonarias y tecnología que aún no existe.
¿Y el costo?
Excavar resulta cada vez más caro a medida que profundizas. Perforar un metro en los primeros kilómetros es barato comparado con tratar de avanzar en las capas más profundas. A eso se suma el riesgo de accidentes, la inestabilidad de las rocas y la complejidad de traer datos útiles desde ahí abajo.
Por eso, no es que no queramos seguir perforando, es que por ahora es simplemente inviable. Aunque científicos han aprendido mucho del Pozo de Kola —y hay proyectos similares en Alemania, Japón e Islandia— ninguno ha logrado superar esa marca.
Entonces, ¿cuánto sabemos realmente del interior de la Tierra?
Te lo adelanto: muy, muy poco. Sorprendentemente, sabemos más sobre la superficie de Marte que sobre lo que hay bajo nuestros propios pies. Por ejemplo:
- La corteza terrestre tiene entre 5 y 70 km de espesor, y solo hemos llegado a los 12,2 km del Pozo de Kola.
- Debajo de la corteza está el manto, luego el núcleo externo (líquido) y finalmente el núcleo interno (sólido). Todo lo que sabemos de esas capas profundas proviene de estudios indirectos, como análisis de ondas sísmicas.
- No existe ningún aparato tecnológico hoy que nos permita “ver” directamente esas zonas. Es decir: el 99% del interior del planeta sigue siendo un misterio sin resolver.
Así que sí: aunque parezca mentira, estamos parados sobre un planeta del que entendemos solo la cáscara.
Lo más increíble de todo esto es que, a pesar de que la aventura del Pozo de Kola ocurrió hace décadas, todavía no la hemos superado. Vivimos en un mundo donde mandamos sondas al espacio y robots a otros planetas, pero seguimos sin saber con certeza qué hay más allá de los 12 kilómetros de profundidad bajo nuestros pies.
Quién sabe si algún día conseguiremos perforar más hondo o si descubriremos una forma completamente nueva de investigar el corazón de nuestro mundo. Por ahora, el pozo más profundo jamás excavado por el hombre nos recuerda algo fundamental: conocemos mucho… pero también nos falta muchísimo por explorar.