¿Sos impulsivo o controlador? Las 3 estructuras del yo

Descubrí cómo el Ello, el Yo y el Superyó moldean nuestra personalidad y comportamiento cotidiano según el modelo psicoanalítico de Freud.

¿Sos un “yo controlador” o un “yo impulsivo”? Descubrí las 3 estructuras de personalidad más influyentes en psicología

¿Por qué algunas personas parecen tenerlo todo bajo control mientras que otras no pueden evitar meter la pata una y otra vez? ¿Por qué actuamos diferente en situaciones similares? La psicología tiene muchas respuestas a estas preguntas, pero hay una teoría clave que ayuda a entender cómo funciona nuestra personalidad desde adentro: las estructuras de la personalidad.

Si alguna vez sentiste que tenés “varias voces internas” peleando por decidir algo (como si empezaran una mini discusión sobre si pedir pizza o ensalada), este post es para vos. Y no, no estás loco: esa sensación tiene base psicológica, y se estudia hace décadas.

El modelo estructural del psicoanálisis: Ello, Yo y Superyó

La idea de que nuestra personalidad se divide en “estructuras” viene del padre del psicoanálisis, Sigmund Freud. A fines del siglo XIX, Freud propuso que la mente humana se organiza en tres componentes psicológicos que luchan (literalmente) por el control de nuestras acciones y deseos:

  • El Ello: El impulsivo, caótico y emocional. Busca placer inmediato.
  • El Yo: El mediador racional. Intenta equilibrar deseo y realidad.
  • El Superyó: El juez interno. Representa las normas sociales y la moral.

Y antes de que suene muy enredado, vamos con ejemplos cotidianos:

Vas caminando por la calle y ves una panadería. El Ello grita: “¡Entrá y pedite una docena de medialunas con dulce de leche ya!”. El Superyó te frena con un “¿En serio? Lleno de azúcar, no lo necesitás. Ya fuiste al gym hoy, no lo arruines”. Y el Yo intenta negociar: “Bueno… una medialuna… pero con café solo, sin extra azúcar”.

Esta escena mental pasa más seguido de lo que creemos. Las estructuras de la personalidad no son visibles, pero están ahí moldeando nuestras decisiones todos los días.

¿Cómo se forman estas estructuras?

Las estructuras de la personalidad no aparecen de un día para otro. Se van formando en distintas etapas del desarrollo:

Ello: desde el nacimiento

El Ello nace con nosotros. Es la parte más primitiva y se guía por el principio del placer. Cuando un bebé tiene hambre, llora. No razona, no espera, no pregunta: actúa. Esa es la lógica del Ello.

Yo: se desarrolla en la infancia

Cuando empezamos a entender que el mundo no gira a nuestro alrededor (aunque a muchos les cueste aceptarlo), surge el Yo. Aprendemos a esperar, a buscar formas más aceptables de actuar. El Yo es nuestro traductor social: entiende al Ello, pero también al entorno.

Superyó: aparece con los referentes morales

Entre los 5 y 7 años, el Superyó hace su entrada triunfal gracias a la educación, los padres, la escuela y las normas. Nos dice lo que está “bien” o “mal”. Es el responsable de la culpa cuando nos pasamos una regla. Sí, esa voz interna que te hace sentir mal por haberte comido toda la caja de bombones… esa es.

Estas estructuras no están separadas por compartimentos. Funcionan todo el tiempo, como un equipo (a veces poco coordinado) que dirige nuestra forma de vivir, pensar y sentir.

¿Qué pasa cuando una estructura domina demasiado?

La personalidad saludable, según esta teoría, es la que logra cierto equilibrio. Pero cuando una estructura toma demasiado poder, pueden aparecer conflictos o características de personalidad muy marcadas.

Cuando el Ello manda

Alguien gobernado por el Ello suele actuar sin pensar. Busca gratificación inmediata, aún si eso tiene consecuencias graves. Puede ser impulsivo, irresponsable o adicto al riesgo. Adolescentes rebeldes, adultos sin filtro, o adictos al drama: ejemplos hay miles.

Cuando el Superyó impone todo

En el otro extremo, una personalidad dominada por el Superyó tiende a la rigidez moral, la culpa constante y la necesidad de perfección. Personas que se exigen demasiado, que se autocensuran o sienten que “nunca es suficiente” pueden estar escuchando demasiado al Superyó.

Cuando el Yo está agotado

El Yo carga con el trabajo difícil: mediar entre impulsos, normas y realidad. Cuando queda debilitado, podemos sentir ansiedad constante, dificultades para decidir o terminar bloqueados. Es como ser el mediador en una discusión entre dos extremos intensos… todo el día.

Muchos trastornos o desequilibrios psicológicos, según el psicoanálisis, se explican justamente porque una estructura se descompensó frente a las otras.

¿Y esto tiene algo que ver conmigo hoy?

Mucho más de lo que parece. Conocer las estructuras de la personalidad no es solo un entretenimiento de psicólogos. Sirve para entender las contradicciones que a veces sentimos dentro nuestro. ¿Por qué me autosaboteo? ¿Por qué me siento culpable todo el tiempo? ¿Por qué me cuesta controlar mis reacciones?

Tener un vocabulario interno para nombrar esas partes que nos habitan ayuda a convivir mejor con nosotros mismos. No se trata de eliminar el Ello o callar al Superyó. Se trata de reconocer sus voces y dejar que el Yo tenga herramientas para navegar entre ellas sin naufragar.

En el fondo, todos somos un poco caos, un poco norma y un poco intento de equilibrio. Entender cómo operan estas estructuras de personalidad es como tener un mapa (con algunas zonas sin señal, sí) para hacer el viaje de ser uno mismo menos confuso… y hasta con algo de humor. Después de todo, no está mal que discutamos internamente entre pedir pizza o ensalada. Lo importante es no vivir eternamente en esa pelea interna sin escuchar a la parte que tiene hambre, moral y sentido común a la vez.