Se encendió en 1962… y sigue ardiendo: la historia del incendio más largo del mundo
Si pensabas que el fuego de una chimenea era duradero, esperá a leer esto. Hay incendios que duran horas. Otros, días enteros. Pero, ¿qué pasa cuando un fuego arde sin pausa por décadas? No estamos hablando de una metáfora, sino de un incendio real que lleva más de 60 años consumiendo lo que tiene a su paso, sin señales de detenerse. Bienvenidos a Centralia, Pensilvania, hogar del incendio más largo de la historia.
¿Dónde empezó todo? El pequeño error que desató el infierno subterráneo
La historia del incendio subterráneo de Centralia comienza en mayo de 1962. Centralia era en ese entonces una pequeña ciudad minera de Pensilvania, con unos 1.400 habitantes. Como cada año, el municipio necesitaba limpiar un vertedero de basura cercano a una antigua mina de carbón. La solución: prender fuego para eliminar los residuos. Hasta ahí, nada sorprendente.
Pero algo anduvo mal. El fuego, en lugar de apagarse, encontró una antigua galería de carbón subterránea mal sellada. Ese carbón —rico en carbono y altamente inflamable— sirvió como una nueva fuente de combustible. Y así, sin que nadie lo notara al principio, el fuego se fue extendiendo por las profundidades como una bestia paciente y hambrienta.
En un principio, las autoridades intentaron apagarlo. Se cavaron zanjas, se inyectó agua y lodo, se sellaron túneles con cemento. Pero cada intento fracasaba y el fuego seguía avanzando. A medida que pasaban los años, las temperaturas subieron, el suelo comenzó a agrietarse y gases tóxicos como monóxido de carbono empezaron a filtrarse a la superficie.
Un pueblo que se convirtió en pueblo fantasma
Con el tiempo, vivir en Centralia se volvió peligroso. Las calles se hundían, el aire se volvía irrespirable y las casas sufrían daños estructurales por el calor del suelo. En 1981, un niño cayó en un pozo de más de 30 metros que se abrió de golpe en el jardín de su casa. Logró salir con vida de milagro, pero el evento marcó un antes y un después.
En 1984, el gobierno de Estados Unidos comenzó un programa masivo de reubicación. Pagaron indemnizaciones y compraron propiedades, mientras que demolían las viviendas afectadas. Para el año 1992, el estado de Pensilvania tomó posesión del municipio y ordenó su evacuación definitiva. Hoy solo quedan unas pocas casas dispersas, un puñado de residentes que se negaron a irse y una red de calles vacías que se pierden entre árboles crecidos en medio del asfalto.
¿Y el fuego? Más activo que nunca
El incendio subterráneo de Centralia sigue ardiendo. Se estima que ha recorrido unos 15 kilómetros y que aún queda suficiente carbón bajo tierra como para seguir activo por al menos otros 250 años. No hay forma conocida de apagarlo por completo sin gastar una cantidad exorbitante de dinero y recursos. Así que la decisión oficial fue simplemente dejarlo quemar.
Un detalle curioso: la temperatura del subsuelo en algunas áreas alcanza los 400 °C. De hecho, en invierno, puede verse vapor caliente saliendo por las grietas del suelo como si la tierra respirara.
No es el único: otros incendios gigantescos que parecen eternos
Centralia no está solo en esta categoría. Aunque es el incendio más largo registrado y el más famoso, hay otros fuegos subterráneos que llevan décadas activos. Acá van algunos ejemplos:
- Jharia, India: Un incendio subterráneo comenzó en 1916 en una zona minera y sigue activo. La región alberga enormes reservas de carbón, y las llamas han obligado a miles de personas a abandonar sus hogares.
- Burning Mountain, Australia: Quizás el más antiguo de todos. Se cree que este incendio subterráneo arde desde hace unos 6.000 años. Sí, seis mil. Aunque mucho más lento y menos destructivo, es técnicamente el fuego más antiguo de la Tierra.
- Wuda, China: Este incendio afecta una de las cuencas de carbón más grandes del mundo. Ha sido parcialmente apagado pero sigue representando un problema grave para las autoridades chinas.
¿Por qué es tan difícil apagar estos incendios?
La clave está en el carbón. A diferencia de un incendio superficial, donde podés usar agua o cortar el oxígeno, en este caso el fuego se mueve por túneles subterráneos en un entorno lleno de combustible. Es como si alguien encendiera una enorme parrilla debajo de la tierra… y no hubiera forma fácil de cerrarla.
Además, el terreno suele ser inestable. Las estructuras de las minas, los gases acumulados, y el calor constante hacen que cualquier intento de apagar el incendio tenga un alto riesgo. A eso se suma la logística: para sellar por completo una zona en llamas se necesitaría excavar y rellenar kilómetros de terreno, lo cual es, en gran parte, inviable.
Hasta ahora, la idea más aceptada por los expertos es simplemente monitorear y dejar que se extingan por sí solos, aunque eso tome siglos.
Así que sí: el incendio más largo de la historia sigue ardiendo, oculto bajo los pies de un pueblo que ya no existe. Es un recordatorio silencioso de que una chispa mal controlada puede desencadenar consecuencias impensadas.
Quizás lo más perturbador de esta historia es que seguimos sin una solución definitiva. Y mientras tanto, debajo de Centralia, el fuego sigue ardiendo. Lento, constante, como si el suelo mismo llevara un enojo imposible de apagar.