¿Quién encendió las luces primero? La historia sorprendente de los carteles de neón
Estás caminando una noche por la ciudad y, de pronto, ves esas letras vibrantes que iluminan el cielo con un brillo retro pero irresistible. “HOTEL”, “TATTOO”, “OPEN 24 HRS”. Algo casi hipnótico tienen los carteles de neón. Pero, ¿alguna vez te preguntaste cuándo se inventaron los carteles de neón y por qué se volvieron tan populares? No es solo una historia de luces y colores: es una cadena de inventos, genios creativos y marketing brillante—literalmente.
Los inicios del neón: mucho antes de los 80
Aunque muchos asocian el neón con los años 80, la música synthwave y las películas de ciencia ficción, su historia arranca mucho antes, allá por comienzos del siglo XX. El primer cartel de neón fue presentado públicamente en 1910 por Georges Claude, un ingeniero y químico francés.
Claude descubrió que, al encerrar gas neón en un tubo de vidrio y aplicar electricidad, ese tubo brillaba con un tono rojizo anaranjado muy característico. Este descubrimiento fue presentado en el Grand Palais de París ese mismo año, causando sensación.
En 1923, un concesionario de autos Packard en Los Ángeles fue el primero en importar carteles de neón desde Francia hacia Estados Unidos. La gente se detenía en la calle solo para ver cómo brillaban esas letras. Costaron 24 mil dólares (¡en 1923!), pero valieron cada centavo: eran imposibles de ignorar. Así empezó la fiebre del neón.
¿Qué hace que el neón sea tan especial?
La palabra “neón” viene del griego “neos”, que significa “nuevo”. Y en su momento, lo fue. Pero lo más interesante está en cómo funciona:
- Cuando una corriente eléctrica pasa por un tubo lleno de gas (como neón, argón, helio o kryptón), los átomos del gas se excitan.
- Al “calmarse”, esos átomos liberan energía en forma de luz.
- El color depende del gas: el neón puro da ese rojo-óxido icónico, mientras que el argón da azul, el helio un tono dorado y así con otros gases.
El vidrio también juega un rol. Los tubos pueden ser pintados por dentro o teñidos, y al mezclar gases y recubrimientos, se pueden lograr más de 100 colores distintos. Es como tener una caja de crayones que brilla por sí sola.
Además, estos carteles son duraderos (pueden funcionar durante más de 10 años), resistentes a la intemperie y, por sobre todo, inolvidables a la vista. En el mundo de la publicidad, eso es oro puro.
El auge, la caída (y el regreso) del neón
Los años dorados: neón por todas partes
Entre los años 20 y 60, el neón fue el rey absoluto del paisaje urbano. Desde Las Vegas hasta Tokio, los carteles luminosos eran sinónimo de modernidad, lujo y atractivo nocturno. El neón publicitaba desde moteles y bares hasta cines y estaciones de servicio.
En Las Vegas, por ejemplo, el famoso letrero “Welcome to Fabulous Las Vegas” se instaló en 1959 y sigue ahí hasta hoy. Ese mismo año, Times Square ya estaba invadido por letreros brillantes que competían por tu atención. Era un espectáculo visual 24/7.
El declive: ¿por qué desapareció el neón?
En los 70 y 80, el neón empezó a perder terreno. La llegada de tecnologías como el LED, más baratas, más eficientes y fáciles de mantener, cambió las reglas del juego. Además, muchos gobiernos comenzaron a restringir los letreros luminosos porque los consideraban contaminantes visuales.
El neón fue visto por un tiempo como anticuado, kitsch o incluso “de mal gusto”, especialmente en tiempos donde la estética minimalista ganaba popularidad. Muchos locales tiraron o reemplazaron sus carteles de neón por versiones LED más frías y estériles (aunque más funcionales).
El regreso vintage: otra vez en el centro de atención
Pero, como pasa con muchas modas, lo retro vuelve. En los últimos años, hubo un renovado interés en los carteles de neón, tanto por su look distintivo como por su valor artístico. Hoy son tendencia en locales hipster, cafeterías, peluquerías veganas y estudios de tatuajes con estética “millennial pink”.
Incluso artistas visuales los están usando como herramienta creativa: Tracey Emin y Bruce Nauman son solo dos ejemplos de artistas contemporáneos que trabajan con tubos de neón como medio expresivo. También museos como el Museum of Neon Art en Glendale, California, ayudan a revivir y preservar su historia.
Carteles de neón en la cultura pop
Una razón por la que los carteles de neón siguen fascinando es su fuerte presencia en el cine, la música y los videojuegos. ¿Te suena el cartel de “Cocktails & Dreams” en la película Cocktail (1988)? ¿O las calles resplandecientes de un futuro lluvioso en Blade Runner?
El neón no solo iluminaba ciudades —también creó atmósferas. En videojuegos como Cyberpunk 2077 o Grand Theft Auto: Vice City, los neones ayudan a definir mundos enteros. En la música, artistas como The Weeknd, Dua Lipa o Daft Punk han usado luces neón para reforzar una estética retro-futurista que sigue enamorando.
El neón no solo se ve: se siente. Puede evocar nostalgia o futurismo, calidez o extravagancia. Tiene algo magnético que ni los LEDs ni las pantallas gigantes lograron replicar del todo.
Al final, los carteles de neón son mucho más que tubos brillantes: son símbolos de otra época, una forma de arte y una herencia tecnológica que, lejos de apagarse, sigue brillando con fuerza propia. Así que la próxima vez que pases cerca de uno, tal vez te detengas unos segundos más. Después de todo, está contando una historia que empezó hace más de 100 años y que todavía no terminó.