¿Por qué el agua con gas pica? La ciencia detrás del cosquilleo

Descubrí cómo el agua con gas activa tus sentidos a través de la química, estimulando receptores que transforman cada sorbo en una experiencia sensorial.

¿Por qué el agua con gas “pica”? La ciencia detrás de esa sensación burbujeante que amamos (o detestamos)

¿Alguna vez te preguntaste por qué el agua con gas parece “picar” cuando la tomás? No es solo cosa tuya: esa sensación efervescente y ligeramente irritante en la lengua tiene una explicación científica fascinante. Aunque parece trivial, detrás de cada sorbo hay procesos químicos, reacciones en tu boca y hasta un leve engaño a tus sentidos. Así que si sos fan del agua con gas, del agua tónica o de un buen club soda, te va a encantar conocer qué está pasando en tu boca cada vez que la tomás.

Lo que de verdad hace que el agua con gas “pique” (y no, no son solo burbujas)

La mayoría de la gente asume que esa sensación estimulante que produce el agua con gas se debe exclusivamente a las burbujas que explotan en la boca. Pero en realidad, el responsable principal es el dióxido de carbono (CO₂), un gas que se disuelve en el agua bajo presión durante el proceso de carbonatación.

Cuando el agua con gas entra en contacto con tu boca, el CO₂ comienza a liberarse. Pero no lo hace solo como burbujitas que explotan en la lengua, sino que parte de ese gas se convierte químicamente en ácido carbónico (H₂CO₃). Este ácido es débil, pero suficiente para provocar una ligera irritación en los receptores de dolor y acidez que tenemos en la boca, especialmente en la lengua y el paladar.

En otras palabras: el “picor” no es solo mecánico (por las burbujas), sino también químico. Es como una pequeña trampa sensorial que activa las mismas zonas que sentirías si te pusieras un gotita de limón o vinagre en la lengua.

¿Sentimos dolor con el agua con gas?

Técnicamente, sí. Pero no es alarmante. La ciencia lo clasifica como una “nocicepción leve”, que es la percepción del dolor a niveles bajos. Es ese “cosquilleo ácido” que sentimos. Por eso, algunas personas encuentran el agua con gas adictiva y refrescante, mientras que otras la consideran demasiado intensa o incluso desagradable.

El cerebro lo interpreta como algo “refrescante”… ¿pero por qué?

Parte de la popularidad de las bebidas con gas, incluida el agua con gas, viene de cómo reacciona nuestro cerebro al estímulo. Esa sensación de “picor” estimula al nervio trigémino, un nervio que está muy presente en la boca y que se activa también con cosas como la menta, el chile o el wasabi.

Cuando el nervio trigémino se activa, el cuerpo interpreta esa señal como “algo fuerte, algo que refresca o limpia”. Por eso, aunque técnicamente estamos siendo ligeramente irritados por el ácido carbónico, lo sentimos como placer. Nos estimula, nos despierta y da una sensación de limpieza bucal que el agua común no ofrece.

Esto también explica por qué acompaña tan bien las comidas

El agua con gas, al estimular el trigémino y al tener acidez, ayuda a limpiar el paladar entre bocados. En países como Italia o Francia es común servirla junto a vinos y platos pesados justamente por eso. Ayuda a darle “reset” a tu boca, dejando todo listo para seguir disfrutando sin que los sabores se mezclen.

Todo depende de tus papilas: por qué a algunos les encanta y a otros no

No todas las lenguas son iguales. Literalmente. La cantidad y distribución de papilas gustativas que cada persona tiene puede afectar la forma en que perciben la intensidad de la carbonatación del agua con gas.

Las personas con más receptores sensoriales tienden a experimentar el agua con gas como más agresiva o picante. Eso explica por qué algunos la encuentran intolerable mientras que otros pueden vivir solo a base de soda.

A eso se le suma un componente cultural. En muchas partes de Europa (como Alemania o Italia), es común beber agua con gas desde la infancia, por lo que la tolerancia y gusto se desarrollan muy temprano. En cambio, en Latinoamérica o Estados Unidos no es tan habitual, aunque eso está cambiando con las tendencias de salud que reemplazan los refrescos azucarados por opciones con gas pero sin calorías.

¿Hay diferencias entre las marcas de agua con gas?

Sí, y pueden ser notables. Algunas variables que cambian la experiencia incluyen:

  • Nivel de carbonatación: Algunas marcas tienen más gas que otras. Por ejemplo, Perrier tiene una burbuja grande y explosiva, mientras que San Pellegrino es menos agresiva.
  • Contenido de minerales: El agua con gas natural viene de manantiales y suele contener minerales como calcio y magnesio, que también alteran el sabor.
  • Tipo de gas: Aunque la mayoría usa CO₂, algunas aguas tónicas incluyen otros elementos que modifican el sabor y la sensación en boca, como el quinino en la tónica.

Entonces, ¿el agua con gas “pica” de verdad?

La respuesta es sí, pero no como lo haría un chile o una pimienta. Pica de una forma muy particular: una mezcla entre presión física (las burbujas explotando), irritación química (el ácido carbónico) y estimulación neural (el nervio trigémino trabajando horas extra). Todo esto genera esa sensación inconfundible que, para muchas personas, es adictiva.

Es curioso cómo algo tan simple como agua con gas puede disparar tantas reacciones al mismo tiempo. Entre la química, la neurología y la cultura, lo que parecía solo una bebida burbujeante termina siendo una experiencia sensorial completa. Así que la próxima vez que tomes un sorbo y sientas ese pequeño picor en la lengua, ya sabés: no son solo burbujas, es toda una sinfonía en tu boca.