¿Qué es un agujero negro y podríamos caer en uno?

Descubrí qué son los agujeros negros, cómo se forman, los diferentes tipos que existen y si deberías preocuparte por caer en uno.

¿Qué es un agujero negro y podríamos caer en uno? Lo que nadie te contó del monstruo del espacio

Los agujeros negros suenan a ciencia ficción: enormes aspiradoras cósmicas que lo chupan todo, incluso la luz. ¿Pero qué tan reales son? ¿Dónde están? ¿Y podríamos, de alguna forma, terminar dando vueltas (o cayendo) en uno?

Si alguna vez te preguntaste si son una amenaza concreta o solamente una locura de los astrónomos, quedate por acá. Porque sí, los agujeros negros existen, y son aún más extraños de lo que imaginas.

Primero lo básico: ¿qué es un agujero negro?

Un agujero negro es una región del espacio donde la gravedad es tan extrema que nada puede escapar de ella. Ni planetas. Ni luz. Ni siquiera el tiempo, en cierto modo.

Se forman cuando una estrella gigante muere. En vez de desaparecer con elegancia, colapsa sobre sí misma y se convierte en un punto de densidad infinita: eso es lo que se llama una singularidad.

¡Pero no es solo eso! Alrededor de esa singularidad está el horizonte de eventos, la famosa “línea sin retorno”. Todo lo que pasa esa línea se pierde para siempre. Hasta ahí la física conocida se comporta como esperamos. Pero desde esa línea hacia adentro… nos quedamos sin reglas claras. Las leyes de la física, como las conocemos, simplemente se rompen.

Tipos de agujeros negros

  • Estelares: Son los más comunes. Se originan cuando una estrella, al final de su vida, colapsa. Suelen tener entre 3 y 10 veces la masa del Sol.
  • Supermasivos: Están en el centro de casi todas las galaxias (incluyendo la nuestra). Tienen millones o incluso miles de millones de veces la masa del Sol.
  • Intermedios y primordiales: Se sospecha que existen, pero son más teóricos. Los primordiales, por ejemplo, serían del tamaño de una moneda pero con la masa de una montaña.

Uno muy conocido (al menos, en términos astronómicos) es Sagitario A*, el agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea. Tiene unas 4 millones de veces la masa del Sol. Y todavía no entendemos del todo cómo se formó.

¿Podríamos caer en un agujero negro?

La respuesta rápida: en teoría, sí. Pero quedate tranquilo (o intranquilo): es muy, muy poco probable.

Los agujeros negros no “chupan” todo lo que tienen cerca. No son aspiradoras espaciotemporales como muestran en el cine. Si el Sol se volviera un agujero negro de repente, (solo como hipótesis), los planetas seguirían orbitando igual. La gravedad no se vuelve loca, solo se convierte en una prisión de la que no se puede escapar una vez que estás demasiado cerca.

¿Y si nos acercamos demasiado?

Si una nave, por algún motivo, se acercara mucho a un agujero negro, pasaría algo muy llamativo: el espaguetificación. Es exactamente lo que suena. Debido a la diferencia de gravedad entre la cabeza y los pies (sí, incluso en una nave), seríamos estirados como un fideo larguísimo antes de cruzar el horizonte de eventos.

Desde afuera, alguien mirando no vería nada de eso. Vería que la nave va frenando cada vez más, acercándose lentamente al horizonte y oscureciéndose. Pero nunca llegaría a verla cruzar. Es un efecto del tiempo descomponiéndose cerca del agujero negro.

Y ojo, esto no es solo teoría elegante. En 2019, el Event Horizon Telescope logró por primera vez una “foto” de la sombra de un agujero negro. Es uno de los logros más impactantes de la astronomía reciente.

¿Hay peligros reales de caer en uno?

Depende. Si estás acá, en la Tierra, no. No hay ningún agujero negro cerca. El más cercano conocido está a unos 1000 años luz: Gaia BH1. ¿Da miedo el nombre? Tal vez. ¿Es peligroso? En absoluto. Estamos a salvo.

Ahora, si en el futuro la humanidad desarrolla naves hiperavanzadas que pueden viajar fuera del sistema solar, y alguna se mete por error en la trayectoria de un agujero negro… ahí podríamos tener un problema. Pero eso está siglos lejos, si no milenios.

Lo más bizarro: ¿podría un agujero negro ser una puerta a otro lugar?

Los agujeros negros no solo fascinan por su fuerza. Muchos científicos han especulado con que podrían también ser puertas naturales a otros mundos, gracias a los túneles teóricos llamados agujeros de gusano. Eso sí, nada indica que existan realmente (al menos, hasta ahora).

Según la matemática de la relatividad general, dos agujeros negros podrían estar conectados, como una especie de atajo cósmico. Pero incluso si existieran, cruzarlos implicaría sobrevivir a la espaguetificación, a la singularidad y a algo que ni entendemos del todo aún. Digamos que no sería un viaje en Uber demasiado agradable.

Algunos modelos incluso sugieren que un agujero negro podría transformarse con el tiempo en un agujero blanco: lo opuesto, un objeto que solo escupe materia (en lugar de tragarla). Eso sí que es ciencia ficción con base física.

Y no, todavía no hay evidencia directa de que eso pase. Pero tampoco hay leyes que lo impidan por completo… lo cual, en el mundo de la física teórica, siempre deja la puerta un poquito abierta.

Así que la próxima vez que alguien te diga que los agujeros negros son sólo cosas de películas, ya sabés que la realidad es mucho más extraña. Que no cunda el pánico, no hay ninguno en el patio de tu casa ni camino al supermercado. Pero están allá afuera, a veces devorando estrellas enteras, otras durmiendo tranquilos al fondo de las galaxias. Y aunque no vayamos a caer en uno mañana, entenderlos es, de algún modo, echar un vistazo al borde mismo del universo conocido.