¿Qué tan frío puede llegar a ser el espacio? La respuesta es mucho más rara de lo que imaginás
Si te preguntás cuál es la temperatura más baja que puede existir, probablemente pensás en el hielo del Ártico, el agua congelada o un invierno especialmente crudo. Pero hay un lugar que juega en otra liga cuando se trata de frío extremo: el espacio. Y no, no hablamos solo del vacío negro que imaginás cuando mirás al cielo de noche: nos referimos a los rincones más helados del universo, donde la física parece salirse del guion.
La idea de que el espacio es frío parece lógica: no hay sol, ni atmósfera que retenga el calor, y todo está oscurísimo. Pero… ¿cuánto frío hay realmente allá afuera? ¿Y es siempre igual de helado? Spoiler: no. Y la respuesta te va a dejar con los pelos de punta (si no se te congelaron ya).
Primero lo básico: ¿qué significa “frío” en el espacio?
En la Tierra, el frío lo medimos en grados Celsius o Fahrenheit (o Kelvin si sos muy nerd de la ciencia). Pero para entender cuán frío es el espacio, hay que hablar del cero absoluto, la temperatura más baja posible en el universo: -273,15 °C (0 Kelvin). Es el punto en el que los átomos dejan de moverse por completo. Literalmente, no puede hacer más frío que eso.
Ahora bien, el espacio no tiene una “temperatura” uniforme ni constante. No es como abrir la ventana en invierno y decir “hace 5 grados”. En el espacio, todo depende de dónde estés, qué tan cerca estés de una fuente de calor y de qué tan expuesta esté la superficie.
Y acá viene lo loco: aunque uno tienda a pensar que si salieras al espacio te congelás de inmediato, no es tan automático como parece. En el vacío no hay partículas que transmitan el calor tan fácilmente. El calor se iría de tu cuerpo muy lentamente, por radiación. Así que como muchas cosas en el universo… es más complejo de lo que parece.
La temperatura promedio del universo: más fría que el corazón de tu ex
En los rincones más alejados del espacio, donde no hay estrellas cerca ni materia en movimiento, la temperatura ronda los 2,7 Kelvin. ¿Qué significa eso? Que el espacio profundo —donde no pasa nada desde hace millones de años— está apenas unos grados por encima del cero absoluto. Traducido en grados Celsius: -270,45 °C. Sí, casi tan frío como puede llegar a ser físicamente.
Esa temperatura se debe a algo llamado “radiación cósmica de fondo”. Es básicamente el eco térmico del Big Bang, un calor residual que quedó flotando desde que el universo tenía solo unos 380 mil años. Es como los restos de una fiesta cósmica que terminó hace muchísimo tiempo.
Ahora, si estás cerca de una estrella, como nuestro Sol, la cosa cambia. Por ejemplo, un satélite expuesto directamente al Sol en órbita terrestre puede llegar a temperaturas de 120 °C. Pero si se da vuelta y se pone en sombra, puede caer a -100 °C o menos. Ningún spa de contrastes térmicos llegó tan lejos.
Entonces… ¿cuál es el lugar más frío conocido en el espacio?
Este dato es de los que amerita una pausa dramática: el lugar más frío conocido en el universo no está en una galaxia lejana. Está más cerca de lo que imaginás.
La Nebulosa Boomerang: el congelador definitivo
La Nebulosa Boomerang, ubicada a unos 5.000 años luz de la Tierra en la constelación de Centaurus, ostenta el récord de ser el lugar natural más frío jamás observado: apenas 1 Kelvin, o sea, -272,15 °C. Un grado por encima del cero absoluto.
¿Cómo puede algo ser tan frío de forma natural? Bueno, en este caso, hay una estrella moribunda expulsando gas a una velocidad tremenda. Ese gas se expande tan rápido que, según las leyes de la termodinámica, se enfría al nivel más extremo. Es como cuando el aire comprimido enfría un recipiente, pero en versión cósmica e infinitamente más potente.
Por si no lo sabías, esta nebulosa está más fría que el espacio profundo. Sí, más fría que el propio universo lejos de todo. Es un fenómeno tan extraño que todavía se está estudiando, pero oficialmente la Boomerang es reina indiscutida del frío.
¿Y qué pasa con el frío artificial en el espacio?
Acá va una curiosidad que vale oro: los científicos no se conformaron con lo que ofrece el universo. Decidieron crear el lugar más frío… en la Estación Espacial Internacional (ISS).
En 2018, la NASA instaló el Cold Atom Lab en la ISS para estudiar los efectos de temperaturas ultrabajas en átomos. Este laboratorio consiguió enfriar átomos a solo 100 picokelvin. Sí, leíste bien: 0,0000000001 K. Mucho más frío que cualquier cosa en el espacio exterior.
¿Para qué? Para estudiar lo que se llama “condensado de Bose-Einstein”, un estado extraño de la materia que solo aparece en temperaturas casi congeladas. Es útil para entender cómo funciona la física cuántica, y también para el desarrollo de nuevas tecnologías como los relojes atómicos o sensores cuánticos.
En este caso, el espacio no es el lugar más frío por sí solo, pero su vacío y ambiente sin fricción ayudan a alcanzar temperaturas que en la Tierra serían imposibles debido a la gravedad y otros factores ambientales.
Así que, aunque suene paradójico, el lugar más frío conocido… lo hicimos nosotros.
Así que sí: el espacio es frío. Muy frío. Pero también es raro, impredecible y lleno de excepciones. Y como todo en el universo, está lleno de matices, de zonas de fuego y hielo, de estrellas que hierven y nebulosas que paralizan. Lejos de ser un congelador uniforme, el cosmos es una especie de buffet extremo de temperaturas —y entenderlo solo lo convierte en algo todavía más fascinante.