¿Agua embotellada o del grifo? La verdad que no te cuentan

El agua embotellada no siempre es más pura que la del grifo. Descubrí qué estás tomando realmente y qué dice la ciencia sobre cada tipo.

El agua embotellada no es tan pura como creías: lo que no te dicen sobre el agua del grifo

Durante años nos han vendido la idea de que el agua embotellada es sinónimo de salud, pureza y frescura de manantial. Pero… ¿realmente es más limpia que la que sale de tu ducha? Resulta que no todo lo que brilla es Evian.

Si alguna vez te encontraste dudando entre llenar tu vaso desde la canilla o abrir esa botellita con tapa azul que cuesta 100 veces más, este artículo es para vos. Abramos la tapa y veamos qué hay realmente en cada gota.

¿Qué hay realmente en el agua embotellada?

La mayoría de nosotros asociamos el agua embotellada con palabras como “filtrada”, “purificada” o “de manantial”. Pero aquí viene el plot twist: en muchos casos, el agua embotellada es simplemente agua del grifo embotellada con un buen marketing encima.

Agua del grifo vendida con glamour

En Estados Unidos, estudios de la organización Environmental Working Group revelaron que hasta el 45% del agua embotellada es simplemente agua de red que ha pasado por tratamientos adicionales (o no tanto). Marcas conocidas como Dasani (de Coca-Cola) y Aquafina (de PepsiCo) han confesado usar agua del grifo como base.

Regulación: ¿quién controla qué?

Una diferencia importante radica en quién regula cada tipo de agua:

  • Agua del grifo: Suele estar regulada por organismos estatales o municipales que analizan su calidad diariamente. En muchos países, como Argentina o España, los estándares de calidad son estrictos y públicos.
  • Agua embotellada: En general está controlada por organismos de salud alimentaria, pero con menos frecuencia de pruebas, y las compañías no siempre están obligadas a publicar los resultados.

Esto significa que en algunos casos, el agua del grifo tiene controles más rigurosos y frecuentes que la embotellada.

¿Y la botella? Problemas plásticos y microplásticos

Otro detalle pocas veces mencionado: las botellas plásticas no son solo envases. También influyen en el contenido, especialmente cuando se exponen al calor o al sol.

Microplásticos: el invasor invisible

Un estudio de la Universidad Estatal de Nueva York analizó más de 250 botellas de agua de diferentes marcas en todo el mundo. ¿El resultado? El 93% contenía partículas de microplásticos. En algunos casos, había más de 10 partículas por litro.

¿Y el agua del grifo? Sí, también puede contener microplásticos, pero en proporciones muchísimo más bajas. Un informe de la World Health Organization explicó que el tratamiento del agua potable elimina gran parte de estas partículas.

Las botellas se degradan (sí, incluso sin abrirlas)

Cuando el plástico se expone al calor —por ejemplo, si tu stock de botellas pasa una tarde en el baúl del auto— puede liberar compuestos como el antimonio o el BPA en el agua. Aunque las concentraciones no suelen alcanzar niveles peligrosos, no es precisamente algo que quieras agregar a tu bebida refrescante.

¿Qué dice la ciencia sobre el agua del grifo?

Si pensabas que abrir la canilla era como jugar a la ruleta rusa sanitaria, va siendo hora de revisar algunos mitos.

¿Es segura en todos los lugares?

Claramente, no todas las ciudades son iguales. En lugares donde la infraestructura del agua está descuidada, el agua del grifo puede tener problemas. Pero en grandes ciudades como Buenos Aires, Madrid o Ciudad de México, el agua pasa por múltiples etapas de tratamiento y análisis antes de llegar a tu casa.

Trucos para mejorarla aún más

Si querés asegurarte, podés usar filtros de carbón activado, como los famosos jarros con filtro o sistemas que se instalan bajo la pileta. Lo interesante es que, aún con el costo de estos filtros, sigue siendo infinitamente más barato que tomar agua embotellada todos los días.

Además, evitás cargar bidones o botellas, generás menos desechos y tenés agua fresca siempre disponible.

Entonces, ¿cuál conviene?

Si vivís en una ciudad con buena infraestructura de agua, la respuesta parece clara. El agua del grifo no solo es segura, sino que también tiene menos impacto ambiental, cuesta casi nada y, en muchos casos, es más controlada que la embotellada.

Ahora bien, si estás viajando, en una zona rural sin controles eficientes, o si simplemente no te gusta el gusto del agua local, ahí la embotellada puede cumplir un rol práctico. Como todo, depende del contexto.

Pero si elegís agua envasada solo porque parece más “limpia” o “pura”, vale la pena cuestionarlo. Puede que solo estés pagando por una ilusión embotellada con tapa de colores.

En tiempos donde la información es poder —y el agua una necesidad básica— saber lo que estás tomando vale más que cualquier etiqueta con montañas azules.