Cómo saber si un volcán es activo, inactivo o extinto

Descubrí cómo se diferencian los volcanes activos, inactivos y extintos, y por qué es importante conocer su estado antes de visitar una zona volcánica.

¿Estás parado sobre un volcán activo sin saberlo? Descubrí la diferencia entre volcanes activos, inactivos y extintos

Podés caminar por una ladera espectacular, con vistas increíbles, sin tener ni idea de que esa colina suave tiene un pasado (y quizás un futuro) explosivo. Los volcanes no tienen cartel de “peligro inminente” pegado en la punta, pero saber si uno está activo, inactivo o extinto puede hacer toda la diferencia. Literalmente entre una selfie con fondo de cráter y un escape corriendo cerro abajo.

En este artículo te contamos cómo se clasifican los volcanes según su actividad, qué significa cada categoría, y qué ejemplos reales existen en el mundo. Ideal para curiosos, para quienes aman planear viajes aventureros o simplemente disfrutan de entender fenómenos naturales con un mate en la mano.

¿Qué hace que un volcán sea “activo”?

La definición más aceptada, y que usan muchos geólogos, es bastante sencilla: un volcán activo es aquel que ha entrado en erupción en los últimos 10.000 años. Sí, leíste bien: diez mil años. Eso equivale más o menos al surgimiento de la agricultura moderna. Bastante tiempo atrás para nuestras vidas, pero un suspiro en tiempos geológicos.

Pero no todo volcán activo está echando humo en este momento. Muchos están “en reposo”. Es decir, no están en erupción ahora mismo, pero el magma todavía se mueve bajo la superficie, lo que significa que podrían despertar en cualquier momento.

Ejemplos conocidos de volcanes activos

  • Etna (Italia): Uno de los más activos del planeta. En 2021, erupcionó más de 50 veces en un solo año.
  • Popocatépetl (México): Actividad constante desde los años 90. Es monitoreado a diario.
  • Kilauea (Hawái): Estuvo en erupción continua desde 1983 hasta 2018, y volvió a activarse en 2020.

La clave con los volcanes activos es que aún tienen una fuente de magma en movimiento debajo. Puede quedar dormido por siglos y luego despertar con una patada volcánica inesperada. Por eso, aunque haya pasado mucho tiempo desde la última erupción, no hay que confiarse.

¿Y los volcanes inactivos? ¿Duermen o están jubilados?

Acá la cosa se pone ambigua, porque “inactivo” es una categoría intermedia. Un volcán inactivo es aquel que no ha erupcionado en miles de años, pero que todavía podría hacerlo. No está confirmado que haya perdido toda su conexión con la cámara magmática, como sí pasa con los extintos.

Se los considera dormidos o en pausa. Y, como todo buen dormilón, pueden despertarse con mal humor.

Casos de volcanes considerados inactivos que sorprendieron

  • Chaitén (Chile): Estuvo dormido por más de 9.000 años. En 2008, erupcionó de forma inesperada y obligó a evacuar a toda una ciudad.
  • Mount St. Helens (EE.UU.): Se creía inactivo hasta que explotó violentamente en 1980 causando la muerte de 57 personas.

Estos ejemplos muestran que clasificar un volcán como inactivo no es sinónimo de estar a salvo. Muchas veces, los registros históricos no son lo suficientemente largos como para saber si realmente está “durmiendo” o está por reincorporarse a la actividad con una nueva erupción.

Volcanes extintos: ¿paz total o falsa sensación de seguridad?

Un volcán extinto es aquel considerado incapaz de volver a erupcionar. Esto ocurre cuando su fuente de magma se ha desviado, solidificado o desaparecido por completo. En resumen: no hay más combustible debajo.

Para que esto se determine, suelen pasar millones de años. La erosión natural ayuda: los extintos suelen tener cimas desgastadas, cráteres colapsados o tapados, y sin rastros recientes de gases o actividad tectónica.

Algunos ejemplos de volcanes extintos

  • Arthur’s Seat (Escocia): En el corazón de Edimburgo. Un volcán extinto que estuvo activo hace más de 350 millones de años.
  • Devil’s Tower (EE.UU.): Un icónico monolito que formó parte de un antiguo sistema volcánico. Un esqueleto solidificado del pasado.

La buena noticia es que con los volcanes extintos no hay sorpresas. O al menos, ninguna registrada hasta la fecha. Pero, como todo en geología, la certeza absoluta no existe: hay volcanes que se creían extintos y luego se descubrió que estaban bien conectados con cámaras profundas que nadie había detectado.

Entonces… ¿cómo saber si estoy tomando mate en la ladera de un volcán que podría erupcionar?

No hay forma de saberlo solo por mirar. Lo que parece una montaña serena puede estar llena de actividad subterránea. Por eso existen observatorios volcánicos, monitoreo satelital, estaciones sísmicas y expertos que siguen de cerca el pulso geológico del planeta.

Si estás de viaje (o planeando uno) y vas a zonas volcánicas, chequeá si hay alguna advertencia oficial, carteles, o informes recientes de actividad. Algunos parques naturales informan si un volcán está “activo pero sin riesgo”, o si hay restricciones para acercarse.

Y si tenés curiosidad desde casa, podés visitar la web del Smithsonian Institution o del USGS (Servicio Geológico de Estados Unidos), que mantienen una base de datos global de volcanes con su estado actualizado.

Entender la diferencia entre volcanes activos, inactivos y extintos no es solo una curiosidad para geólogos. Es una forma de conectar con la historia profunda del planeta y, de paso, moverse con un poquito más de conciencia si algún día tenés a un gigante dormido bajo tus pies. Porque viste cómo es la Tierra: cuando parece quieta… es cuando más se está preparando para moverse.